tag:blogger.com,1999:blog-8849775252326466832024-03-14T05:26:21.672-02:00el cielo que soñamos una vezun viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.comBlogger36125tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-90035653711122252892009-06-18T14:54:00.004-02:002009-06-18T15:08:04.228-02:00A la sombra de Raúl Gonzalez TuñónDesde los adoquines sube un viejo tango<br />como vaga serpiente melodiosa<br />que va borrando de los ojos mucha bruma<br />acumulada en tantos lunes sin sonrisa.<br /><br />Es el gemido del viento, del pasado,<br />la voz con que la infancia nos habla al corazón,<br />o la imagen furtiva de algún circo<br />en una tarde con lluvia y sin dinero.<br /><br />Es la nostalgia.<br /><br />El musgo negro de la noche se abre paso<br />entre los edificios.<br />Los faroles, muy pronto, pondrán un toque más triste<br />a la ciudad, a nuestra alma.<br /><br />Pero del fondo de un bolsillo saco un vaso de vino,<br />un mapa escrito en sueco,<br />y un pedazo de tul cortado del vestido<br />de la muñeca más rubia y más pequeña<br />del antiguo negocio.<br /><br />Hermanos : ahora me zambullo<br />en el breve mar rojo que quema la tristeza.<br />Y no hay más lluvia, ni circos trashumantes,<br />ni melancólicas flores<br />colgadas de los muros del olvido.<br /><br />En mi mano derecha tengo a Brujas La Muerta,<br />y en la izquierda, cerca del corazón,<br />a Fragante París,<br />con un enorme y alegre cartel nocturno.<br />.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-3592975680256029132009-05-23T15:13:00.002-02:002009-05-23T15:29:08.965-02:00Uno cambia muchoConocí a una mujer que vive en la calle B., cerca de la calle C.<br />Un día, charlando, le pregunté si conocía a otra mujer, de la calle C., a quien yo había visto muchos años atrás en Mar del Plata. Me preguntó cómo era y se la describí. Claro que le describí a la mujer que yo recordaba, después de todos esos años, de la cual me había enamorado. Yo era muy joven, entonces, y ella era más joven todavía.<br />—No —me contestó—, hace tiempo que vivo en este barrio, pero no la conozco.<br />Después me contó que una vez, siendo muy joven, había hecho un viaje a Mar del Plata, con los padres. En el hotel conoció a un muchacho, del cual se enamoró, pero no recordaba ni el nombre ni el aspecto.<br />—Uno cambia mucho con los años —dije yo.<br />—Si —dijo ella—, aunque siempre parece como que hay algo que no cambia.<br />—Si —dije yo—, cuando recuerdo a aquella mujer, a aquella niña, el amor que sentí entonces lo siento de nuevo, como si fuera hoy.<br />La mujer me miró y se echó a reir.<br />.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-54747361440535855722009-04-06T16:18:00.002-02:002009-04-26T18:49:59.304-02:00Instrucciones para no morir de melancolía en una tarde de DomingoLo primero es no escuchar tangos. O por lo menos que no sean tangos de la década del 40. Nada hay más melancólico que oir esas viejas versiones y de repente acordarse de la vieja de uno, que los escuchaba en la radio, mientras cocinaba, en el pequeño cuchitril del convento. Uno era chico y no entendía nada. Simplemente estaba ahí, sentado, tomando la leche y escuchando. Y viendo como la vieja cortaba la polenta fría que había quedado del mediodía. Hacía una especie de pancitos, les ponía encima un poco de queso y después, a la noche, los metía en el horno. Entre tango y tango, el locutor anunciaba : "No diga hola, diga Olavina"...<br /><br />Lo segundo es no leer los diarios. Las noticias y los comentarios le dan a uno la idea de que ahí afuera hay un mundo estructurado, organizado, donde todo pasa por alguna razón. Hasta las guerras, los asesinatos, los robos. Todo está previsto o es previsible. Y si no estuvo previsto, luego alguien le encontrará un buen motivo para que haya ocurrido. Pero después de leer uno se asoma a la ventana y ve cómo su propio mundo se está descascarando, se está viniendo abajo. Lo siente como una especie de flan o de gelatina, sin formas ni límites.<br /><br />Lo tercero es no ponerse a esperar que suene el teléfono. Puede ser que ella llame esta tarde. Puede ser que se acuerde de lo que hablamos durante la semana, de su promesa, y llame. Y que tal como te va, que te parece si salimos y qué lindo es pasear y charlar o tomar un café debajo de un jacarandá florecido. Puede ser. Pero no hay que esperar. Es preferible mirar una película en la tele y de pronto darse cuenta de que ya se hizo de noche y que uno se tiene que ir a dormir. No, no hay que esperar el llamado. Y mucho menos llamar uno. Porque si es uno el que llama, corre el riesgo de que nadie atienda. O de que atienda una voz desconocida y le diga a uno que ella no está, que salió y que no va a volver hasta muy tarde. Entonces la melancolía va a ir tomando un color violeta, cada vez más oscuro. Y uno va a sentir que está ahí, clavado a la silla, sin poder moverse.<br /><br />Y por último lo que no hay que hacer, nunca jamás, es mirar el resumen de los partidos. Porque uno estará viendo algo que ya sabe cómo fué y cómo terminó. Durante toda la tarde, la radio del vecino y los gritos y petardos en la calle le fueron informando a uno lo que estaba pasando. Y además está la música de Vangelis. Esa que sacaron de la película Blade Runner y la pusieron como cortina del programa. Es como algo finito, persistente, que se le va metiendo a uno en el alma como una aguja de hielo, en medio de la lluvia y de la noche. Entonces la melancolía ya no será melancolía. Será simplemente angustia. Un agujero negro que poco a poco va a ir devorando todo.<br /><br /><br /><em>Ejercicio compuesto para el Taller de Literatura Resacada, que coordina Rosana Gutierrez. </em><br /><em>La consigna fué hacer un texto similar a los de Cortázar, en Historia de Cronopios y Famas, que comienzan con "Instrucciones para..."</em>un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-67596215256872536492009-01-15T13:20:00.004-02:002009-01-15T13:53:51.288-02:00Los amigos de ErnestoYa le dije al Turco que tiene que poner un bidet. Es tan incómodo tener que agacharse sobre la palangana, para lavarse, cada vez que se va un cliente. Entre el lavatorio y el inodoro, debajo de la ventana, queda el espacio justo. El Turco me dice que sí, que lo va a hacer, que ya habló con el plomero del pueblo. Pero el tiempo pasa y todavía estoy en veremos. El Turco es así, nunca dice que no a nada. Pero después va y hace lo que quiere.<br /><br />Desde la ventana del baño puedo ver la ruta. Cruzando la ruta hay un alambrado y más allá un árbol grande. En el árbol vive un zorzal colorado. Lo reconozco por el canto. Todos los días, muy temprano, antes de que salga el sol, el zorzal se pone a silbar. Silba como un ser humano. Mejor, diría yo.<br /><br />Son tranquilos los días acá, en lo del Turco. Generalmente por esta ruta pasan camiones y unos pocos autos. Paran en la estación de servicio y mientras les cargan la nafta o el gasoil, los tipos se bajan y entran en el boliche a tomar algo. Algunos, los que están enterados, suben a visitarme.<br /><br />Cuando el Turco me dijo que también querían venir los amigos de Ernesto yo le dije que no, que eso no.<br />- ¿Y qué tiene, Negra? - dijo él -. ¿No vinieron ya otros tipos del pueblo? Todos saben que estás aquí.<br />- Pero esto es distinto, Turco. Es como si fueran mis hijos. ¿No te das cuenta? Hay cosas que no se pueden hacer en esta vida.<br />Entonces él dice que sí, que está bien, que les va a hablar para que no vengan.<br /><br />Van para cuatro años que hago esto. El oficio más antiguo del mundo, dice el Turco, y se ríe. Al principio me costaba, pero Adriana me explicó cómo había que hacer. Vos te ponés lo más tranquila, decía. Y mientras el tipo hace lo suyo, ahí abajo, vos pensá en otra cosa. En cualquier cosa. Y tratá de no mirarlo, al tipo, decía, porque te va a dar un poco de asco. Conocí a Adriana en un suburbio de Rosario. Yo había llegado hasta allí con aquel grupo de actores que vinieron al pueblo desde la Capital, hace tiempo.<br /><br />Siempre me sentí ahogada en ese pueblo. Y nunca me llevé bien con el padre de Ernesto. Además, estuvo la cuestión del accidente. Tal vez fué eso lo que marcó el destino, lo que nos marcó a todos. Ernesto había ido hasta la ruta, en bicicleta. De repente pasó un auto y lo atropelló. Estuvo una semana inconciente, en el Hospital. Me volví loca. Me salieron las primeras canas y se me cayó el pelo. Todos me echaba la culpa, por descuidada. Fue muy triste.<br /><br />Yo era buena para el teatro. Cuando los actores se fueron del pueblo, me fuí con ellos, también, una noche, cuando todos estaban durmiendo. Después de un tiempo de rodar por pueblos y ciudades, las cosas empezaron a ir mal, muy mal. Entonces me abandonaron, ahí, en el suburbio de Rosario donde conocí a Adriana.<br /><br />Un día, no sé cómo, apareció el Turco, diciendo que me venía a buscar. Un buen tipo, el Turco. Me acuerdo, cuando yo andaba tan mal, él, que todavía vivía en el pueblo, se me acercaba a hablar. Pasábamos un tiempo conversando. De todo un poco. No sé si él quería otra cosa, pero a mí me parecía que no, que ya estaba un poco viejo para eso. Apareció y me dijo :<br />- Negra - me dijo -, venite a vivir conmigo. Arriba del boliche hay un par de piezas vacías. Las limpiamos, las acomodamos y podés trabajar ahí.<br />Y yo acepté.<br /><br />Otra vez viene el Turco a decirme que abajo están los amigos de Ernesto, y que quieren subir. Y otra vez yo le digo que no, que no puede ser.<br />- Ya les avisé a los pibes - dice -. Le expliqué a Julio que la situación es muy rara, que puede pasar algo feo. Pero ellos insisten. Dicen que tienen derecho, igual que todos. Dale, Negra, ¿qué te cuesta?<br />- Pero Turco - le digo -. ¿No te das cuenta? Yo los conozco desde chiquitos. Ellos venían a casa, después de la escuela, y se ponían a jugar con Ernesto. Al rato yo los llamaba para que entraran a tomar la leche. Me acuerdo, a Aníbal le gustaba mucho la leche con chocolate y vainillas. Era un poco gordito. Julio, en cambio, era flaco y alto, parecía mayor. Del otro no me acuerdo el nombre, pero se veía que era un buen chico, muy inteligente.<br /><br />El Turco me escucha y me mira, y mientras baja por la escalera me dice que si, que está bien, que les va a volver a explicar hasta convencerlos. Pero yo no le tengo confianza. Él siempre dice que sí y después hace otra cosa. Miro por la ventana del baño, veo el árbol del otro lado de la ruta y escucho al zorzal colorado. Desde otro lugar, que no alcanzo a ver, le contesta otro zorzal. Un rato largo se la pasan cantando, dialogando, en el silencio de la tarde.<br /><br />Oigo pasos en la salita de espera y me doy cuenta de que ellos están ahí. Los tres. Julio, Aníbal y el otro. Entonces se me ocurre una idea, yo siempre fuí buena para el teatro. Espero un poco. Los oigo hablar en voz baja, reírse. Cierro la canilla del lavatorio, abro despacio la puerta y los miro. Están los tres parados, ahora, compungidos, serios, callados.<br /><br />Los miro fijo, como aquella tarde, como aquella maldita tarde. Uno por uno los miro. Pongo cara seria, muy seria, y les digo, con la voz más oscura que puedo :<br /><br />- ¿Qué hacen acá, chicos? ¿Le pasó algo al Ernesto?<br /><br />Ellos se quedan inmóviles, clavados en el piso, pálidos, muy asustados. De repente se dan vuelta, empiezan a bajar por la escalera, corriendo, uno detrás de otro.<br /><br />Entro y voy a la ventana. Miro el árbol de enfrente. Escucho el ruido del escape del auto que se va, lejos, por la ruta. Cuando vuelve el silencio, oigo otra vez al zorzal colorado. Pienso : ahora está todo bien.<br /><br /><br /><em>Ejercicio compuesto para el Taller de Literatura Resacada, que coordina Rosana Gutierrez.<br />La consigna fué hacer una variación del cuento "La madre de Ernesto", de Abelardo Castillo</em>.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-19125345407444827312008-12-05T13:10:00.002-02:002009-04-20T16:54:22.240-02:00La construcciónPoco a poco, el edificio había ido creciendo hasta transformarse en una alta torre, gris y solitaria. Dos grandes grúas, como pájaros a punto de picotear una semilla en el asfalto, subían los materiales. Pesados paneles premoldeados, que sin embargo pendulaban en el viento como hamacas, eran izados hasta el techo. Un grupo de obreros los agarraban, para encastrarlos después en alguna parte de la estructura siempre creciente.<br /><br />Antonio había firmado un boleto de compra-venta. Todos los días, al pasar por la avenida, miraba la torre y buscaba el piso diecisiete. Allí estoy yo, decía.<br />Luisa también contribuía, con su propio dinero, para pagar las cuotas de eso que, con el tiempo, sería su hogar. El de los dos.<br /><br />- Nuestro balconcito da hacia el Norte - decía Antonio.<br />- Si - decía Luisa -. Lo voy a llenar de macetas con plantas y flores.<br /><br />Pasó el tiempo. Desde el colectivo, rumbo a su trabajo, Antonio ya no hacía a tiempo para contar los pisos del edificio. Pero no le daba importancia.<br /><br />Un día los citaron de la inmobiliaria.<br />- Los felicito - dijo el empleado -. El edificio todavía no está terminado, pero ustedes ya pueden ocupar el departamento. Sonreía. Ellos también sonreían y se tomaban las manos.<br /><br />Mientras firmaban los papeles, a Antonio le pareció ver que decía piso ciento diecisiete. Pero estaba tan feliz que no le dió importancia.<br /><br />Un poco antes de la mudanza fueron a visitar el lugar. En la enorme recepción de la planta baja no había nadie. Pero ellos ya lo sabían, como sabían que para abrir todas las puertas sólo tenían que apoyar las yemas de los dedos en el dispositivo lector. Arriba de los ascensores, sobre la pared, había una inscripción : "Esta vez sí lo vamos a lograr".<br /><br />El ascensor tardó quince minutos en llegar al piso. Una vez arriba, entraron lentamente en el departamento vacío. Luisa se asomó. Abajo, la ciudad se veía como esos mapas que salen en las computadoras, fotografiados desde un satélite.<br />- Qué alto - dijo.<br />Había un gran silencio, apenas interrumpìdo por el rumor de las grúas, más arriba.<br />- Antonio, estamos solos - dijo Luisa.<br />- Sí - dijo él -. Es porque somos los primeros. No te preocupes. Pronto van a venir los otros.<br />- Tengo frío - dijo ella.<br />Él la abrazó. Miraron hacia el Oeste. Una capa de gasa rojiza caía sobre el horizonte.<br /><br />Sonó el timbre. Cuando abrió la puerta, Antonio vió a un hombre bajo y regordete, con un casco amarillo en la cabeza.<br />- Bienvenidos - dijo el hombre -. No hace falta que traigan nada, ni muebles ni ropa. Nosotros les proveeremos de todo. También les traeremos comida. Ah, la calefacción ya funciona.<br />- Oiga - dijo Antonio -. ¿Qué quiere decir? ¿Que nos vamos a quedar aquí? No pueden hacer eso. Los va a perseguir la Policía y la Justicia.<br />- No hay problema - dijo el hombrecito -. Ya está todo arreglado con el Gobierno. Ustedes fueron seleccionados para el experimento. Después de la última crisis, cuando se vió con claridad que ya no había en qué invertir el dinero, los Gobiernos más poderosos del mundo se pusieron de acuerdo para financiar este proyecto.<br /><br />Antonio escuchaba, y le pareció que el hombrecito le estaba hablando en un idioma desconocido para él. Sin embargo, le entendía todo.<br />- ¿Y los otros? - dijo -. ¿Cuándo van a venir los otros?<br />- Los otros vendrán después - dijo el hombrecito -. Una vez que se alcance el objetivo del proyecto.<br />- ¿En qué idioma me está hablando? - dijo Antonio.<br />El hombrecito lo miró. Levantó por un momento el casco amarillo y se lo volvió a calzar en la cabeza. Suspiró.<br />- En arameo - dijo -. Esa era la otra condición necesaria para el experimento. Usted puede hablar en el idioma que quiera, que los demás lo van a entender.<br />- ¿Y qué se supone que tenemos que hacer nosotros? - dijo Antonio.<br />En castellano, pensó, aunque no estaba muy seguro.<br />- No tienen que hacer nada - dijo el hombrecito -. A medida que avance la construcción, ustedes se van a ir mudando al departamento más alto. Un día, Alguien se va a presentar y les va a hablar. Ése, será el momento final del experimento.<br /><br />Antonio se quedó pensativo. Luisa, que escuchaba detrás de él, se apoyó en su espalda, dándole calor.<br />- Yo creo que Nadie se va a presentar - dijo él con voz firme -. Usted sabe muy bien que ahí afuera no hay nadie.<br />- Puede que sí o puede que no - dijo el hombrecito -. Pero, ¿sabe qué? Mientras lo averiguamos lo único que podemos hacer es seguir construyendo.<br /><br />El hombrecito se fué. Antonio cerró la puerta, se volvió y abrazó otra vez a Luisa. Miraron juntos hacia la ventana. En el horizonte, un delgado hilo rojo dibujaba el fin de la tarde.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-61502103788702885742008-11-05T20:30:00.003-02:002008-11-05T20:37:53.713-02:00Un cuento de Chejov<div align="right"><em></em></div><div align="right"><em></em> </div><div align="right"><em>"Un hombre va al casino, gana un millón,<br />vuelve a casa, se suicida".</em></div><div align="right"> </div><div align="right"><br /></div><div align="left"></div><div align="left">Ahora estoy en mi casa, un piso con vista al río. Estoy solo, como siempre. Me sirvo un whisky y me siento frente a la gran ventana. La línea del horizonte se va desdibujando en la noche.<br /><br />Los hombres gritan, en el recinto, tratando de comprar o vender. Es igual que en otras partes del mundo, tal como lo muestran en las noticias. A primera vista parece un gran desorden. Todos gritan y se hablan, al mismo tiempo, o hablan por teléfono, mirando hacia las grandes pizarras electrónicas. Pero en realidad todo tiene un orden muy preciso, dentro del cual hay que saber moverse con astucia.<br /><br />Me sirvo otro whisky y me vuelvo a sentar. Miro a través de la ventana. Muchas veces pensé : este río es nuestro y nosotros somos de él. Este río lento, oscuro, aparentemente inmóvil. Él nos lleva, nos arrastra, con una fuerza suave, persistente. Todo lo que hacemos o soñamos está sostenido por su ancha mano. Somos de él.<br /><br />Yo siempre fuí y sigo siendo un tipo astuto. Siempre supe qué había que comprar y cuándo. Y qué había que vender y cuándo. Siempre supe que esto es un juego, un gran juego. Y que lo importante no es ganar, como creen muchos. Lo importante es ese sentimiento de angustia, de terror, que te pone pálido y te hace transpirar, ante la posibilidad de perderlo todo. Es como estar al borde de un precipicio. Un paso en falso y te traga el vacío. Pero si uno es astuto y sabe cuándo hay que dar el paso hacia atrás, después viene un gran alivio, un sentimiento de ser y de poder que no se compara con nada.<br /><br />Mi abuelo decía que lo que había que hacer era juntar el primer millón. Y que después el resto del dinero viene solo. Pero estaba equivocado. Él era un inmigrante pobre, que lo único que sabía hacer era trabajar y ahorrar. Eso puede estar bien para tener una vida tranquila y mediocre, como tuvo él. Pero yo sé que el dinero grande, el verdadero dinero no se hace así.<br /><br />Hace unos días, una vez más, gané mucho dinero. Había rostros desolados alrrededor mío. Hombres que se derrumbaban y se tomaban la cabeza con las manos. Yo no. Yo, como otras veces, supe dar el paso atrás a tiempo. Sin embargo, me ocurrió algo extraño. Por primera vez, en muchos años, no sentí aquel alivio. El vacío y la angustia permanecieron en mi mente, hasta el día de hoy.<br /><br />Me acuerdo cuando Sonia pasaba caminando, por la vereda de enfrente, y yo la miraba desde el balcón. Sonia es un nombre de origen ruso y ella tenía el aspecto de una joven rusa, aunque yo entonces no lo sabía. Lo único que sabía era que estaba enamorado de esa muchacha rubia, de piel blanquísima y ojos azules. Todos los días ella pasaba delante de mi casa, rumbo a la escuela, con su delantal blanco y su cartera de cuero. ¿Por qué nunca le hablé? ¿Por qué me resultaba tan difícil?<br /><br />Ahora vuelvo a mirar hacia el río. Él también es un vacío, ahora, oscuro y silencioso. El vacío de donde surgen todas las cosas y adonde todas van a parar. Me sirvo otro whisky. Siento que ya no tengo ganas de jugar. Que quiero irme a mi casa, como cuando era chico. Me siento viejo, muy viejo. </div>un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-30613141533796840312008-06-13T14:11:00.001-02:002008-06-13T14:13:31.485-02:00Vacío"El vacío es el principio de todas las cosas."<br />Raymond Carverun viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-19381985866257732022008-05-22T13:19:00.000-02:002008-05-22T13:20:29.278-02:00Otra vez el ángelUna noche, estando la ciudad llena de luces, volvió a aparecer el ángel. Estaba parado en una baldosa, esta vez con forma de mujer. Me habló con una voz que venía de más allá del mundo.<br />Así debe ser, pensé, la voz de los ángeles.<br />La miré despacio : tenía forma de mujer, pero en realidad era una niña.<br />- Ángel - le dije -. ¿Sos vos quien hace tanto tiempo espero?<br />Al decir esto, me enamoré instantáneamente. El ángel sonrió.<br />- Tal vez sí, tal vez no - dijo.<br />Emitía una luz más fuerte que las de la ciudad. Hablamos durante un rato y me explicó muchas cosas. Finalmente dijo :<br />- Bueno, ahora me tengo que ir.<br />- No te vayas tan pronto - dije yo -. ¿Te puedo volver a ver?<br />- No sé - dijo ella -. Hagamos una cosa. Te voy a dejar unos papeles míos. Cuando estés solo y los leas te vas a acordar de mi.<br />- Ángel - le dije -. Yo ya conozco tus palabras, pero verte y oirte es tan diferente... Por favor no te vayas.<br />- Don Viejo - dijo el ángel -. Usted también me gusta, pero debe saber que entre nosotros no puede haber amor humano. Si quiere volver a verme tiene que renunciar a eso. Es la condición.<br />- Ya lo sé - le dije -. Vos sos un ángel y yo un simple mortal. Renuncio a todo.<br />(Pero no era verdad).<br />Después dijo algo enigmático :<br />- Otra cosa. Usted tiene que aprender a odiar. ¿Quiénes son sus enemigos?<br />Dijo algo más. Pero pasaba una ambulancia y la sirena no me dejó escuchar.<br />Cuando el ángel se fué me quedé pensando : no puedo hacer nada para que vuelva. No puedo hacer nada.<br />Sólo renunciar y esperar.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-83387006842830138652008-05-12T15:01:00.000-02:002008-05-12T15:03:03.748-02:00Un momentoCuando la luna brota<br />desde la calle Cálcena,<br />cuando el rumor de los autos<br />y la sirena de las ambulancias<br />se acallan,<br />se produce un silencio brusco,<br />total, <br />afuera y adentro de uno mismo.<br />No hay palabras, no hay sonidos,<br />no hay recuerdos.<br />Entonces uno siente que fué y que será.<br /><br />O que nunca fué y nunca será,<br />y que sólo la luna, sola,<br />persiste,<br />brotando entre la hilera de los edificios,<br />en silencio.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-45809712561371397412008-05-02T15:37:00.001-02:002008-05-02T15:37:58.844-02:00EnamoradoEstoy enamorado de la joven china que atiende la caja del supermercado.<br />Mientras va pasando los productos por la máquina lectora, me quedo mirando su rostro dulce, extraño, búdico.<br />Es apenas un minuto, pero me alcanza para soñar largamente.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-26890886584340349592008-04-19T11:39:00.000-02:002008-04-19T11:40:45.839-02:00El breve galope de la iraSonó el portero eléctrico. Atendí.<br />- Si... ¿quién es?<br />- ¿El señor Murature?<br />- Morituri - corregí.<br />- ¿Usted es el padre de Marcelo Mori...<br />- Si - dije - ¿qué pasa?<br />- ¿Podría bajar un momento, por favor? Estamos haciendo un estudio ambiental.<br /><br />Cuando abrí la puerta de calle, ví el patrullero estacionado. Ya era de noche. La luz azul en el techo del auto daba vueltas y rebotaba en los vidrios de las puertas y de las ventanas. Un hombre de uniforme y gorra me estaba esperando, con unos papeles en la mano. Me explicó lo que había pasado y me empezó a hacer preguntas.<br />- ¿Y Marcelo? - dije yo -. ¿Dónde está?<br />- En la comisaría.<br />- ¿Lo van a tener mucho tiempo?<br />- Un par de horas más, calculo, le dimos parte al juez y nos pidió hacer el estudio ambiental.<br />Siguió con las preguntas. Cuánto tiempo hacía que vivíamos allí, cuántos éramos, los estudios, etc.<br />-¿Usted a qué se dedica? - dijo.<br />- A nada, hace seis meses que me despidieron del trabajo.<br />Hizo una mueca y volvió a mirar los papeles.<br />- Escuchemé - dijo -. ¿No tiene dos vecinos que lo conozcan y puedan dar referencias? Puede ser cualquiera, el diarero, el panadero...<br />- No creo. Como le dije antes, hace poco que vivimos aquí.<br />En ese momento apareció la portera. Miró la escena y se quedó como paralizada.<br />- A ver usted, señora - dijo el hombre -. ¿Lo conoce a este señor? ¿Es una buena persona?<br />La portera empezó a tartamudear.<br />- Si... no... lo conozco de hace poquito... ¿buena persona?...<br />Mientras hablaba, el hombre anotaba algo en los papeles.<br />- Está bien señora - dijo -. Por favor firme acá.<br />Ella firmó y después se volvió a meter por el pasillo, casi corriendo. Viniendo desde la calle, apareció el gordo de la planta baja, al fondo. El policía lo encaró.<br />- ¿Lo conoce a este señor? <br />Se repitió la misma escena que con la portera. Cuando el vecino se fué, el policía me dijo :<br />- ¿Podemos subir a ver el departamento?<br />- Si - dije, y lo hice pasar.<br /><br />En el ascensor, en silencio, me puse a pensar. ¿Qué está pasando? ¿Por qué ahora las cosas son así? Yo había trabajado toda la vida como un burro, hasta que me despidieron. El Chiqui no. El Chiqui recién ahora tenía un trabajo. Me acuerdo cuando me separé, él me dijo "viejo, yo me voy a vivir con vos". Y eso que era el menor de todos. Y yo acepté, para no estar tan solo. En el último tiempo, yo había sufrido mucho. Después, poco a poco, me fui olvidando de todo. Era como si de tanto pensar se me hubiera hecho un agujero en la memoria. Como esos que se hacen en una tela muy gastada, en el medio, y se van deshilachando cada vez más. Los días transcurrían en blanco, desde las mañanas nubladas. Me quedaba mirando fijamente el paso del tiempo, a través de la ventana abierta. De pronto, otra vez era de noche. Encendía las luces y me ponía a preparar la cena. Pronto llegaría el Chiqui de su trabajo. El Chiqui siempre llegaba con hambre. "La comida es importante para mí", decía. "Es mejor cuando hay mucha comida". Ahora que tenía un trabajo, al menos las cosas iban tomando un cierto orden. No como antes, cuando se quedaba en la cama hasta las tres de la tarde y al abrir la puerta de su pieza, para despertarlo, el olor a marihuana me daba en la cara como un cachetazo. Menos mal que la madre no está viendo esto, pensaba yo. Se hubiera vuelto loca. Tampoco se tiene que enterar ahora que lo detuvieron por llevar un porrito en el bolsillo.<br /><br />Cuando entramos al departamento, el tipo se puso a mirar las paredes descascaradas, el techo sucio. Se asomó al balcón.<br />- Hace poco que estamos aquí - dije -. Compré este departamento porque era el más barato, "para refaccionar". Lo estoy pintando... Y le señalé un rincón donde estaban los tachos, los pinceles, el papel de lija.<br />- Mire don - dijo el tipo -. Si le pasamos al señor juez estos papeles así como están, su hijo va a tener problemas...<br />Entendí. Busqué en la cartera unos billetes.<br />- Tome - dije -. Es todo lo que tengo...<br />El tipo sonrió y agarró los billetes. Despues bajamos otra vez por el ascensor. Ya en la puerta, me dió la mano.<br />- No se preocupe, don - dijo -. Va a estar todo bien.<br /><br />Y se fueron. La calle quedó en silencio y casi a oscuras. Los grandes árboles, densos de hojas por el verano, tapaban la luz de los dos faroles de la cuadra.<br />Qué cosa, pensé. Meten preso a un muchacho y los grandes traficantes viven lo más tranquilos en sus grandes mansiones. Qué cosa...un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-62044327292764612412008-04-12T13:38:00.000-02:002008-04-12T13:40:37.076-02:00La lecturaEmpecé a leer un libro. Es una novela larga, compleja, con muchos personajes. Yo no sé si es porque leo con lentitud, unas 10 o 20 páginas por día. O porque muchas veces me quedo dormido. O porque, debido a la edad, estoy perdiendo, como se dice, la memoria de corto plazo. La cosa es que, habiendo llegado hasta un poco más de la mitad del libro, me olvidé de cuál era el hilo de la historia, los vínculos de parentesco entre los personajes, y otros detalles.<br />Para subsanarlo, se me ocurrió hacer una segunda lectura, desde el principio, sin abandonar la primera. Me fué bien. Lo que iba leyendo en la primera lectura se me hacía comprensible gracias a los detalles captados en la segunda. Al mismo tiempo, entendía mejor lo que leía en la segunda, sabiendo de antemano muchas cosas provenientes de la primera.<br />Sin embargo, después de un cierto tiempo me dí cuenta de que, en la segunda lectura, ya bastante avanzada, me estaba pasando lo mismo que en la primera. Sobre todo no podía entender por qué el narrador, reciente inquilino de una mansión, insistía en visitar al dueño, que vivía en otra mansión más o menos alejada, a pesar del mal tiempo, nieve y frío, que asolaba la región. Tampoco entendía cómo, en un momento dado, el inquilino dejaba de ser el narrador y una vieja sirvienta tomaba su lugar.<br />Resolví entonces iniciar una tercera lectura, sin abandonar las otras dos. Entonces todo se me hizo mucho más claro. Lo que iba captando en cada lectura se me iluminaba con los detalles aportados por las otras. Estaba leyendo tres veces, en forma simultánea, el mismo libro. Aunque, pensé, como lo que leía cada vez era un poco diferente, en realidad estaba leyendo tres libros distintos al mismo tiempo.<br />Hasta me inventé una comparación : La primera lectura es como soñar. La segunda es como tratar de recordar el sueño, sentado en el borde de la cama. La tercera es como contarle el sueño a otro. Es siempre lo mismo, pero cada vez diferente.<br /><br />Estuve un tiempo muy contento con todo esto, sobre todo con la comparación. Hasta que hice una comprobación alarmante : me estaba pasando en la tercera lectura lo mismo que me había pasado en la primera y en la segunda.<br />Pensé : ¿Tendré que iniciar una cuarta lectura? ¿Y después... una quinta? ¿Algún día voy a terminar de leer este libro? ¿O se ha tansformado en una tarea infinita?un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-11559753966799683482008-04-05T12:32:00.000-02:002008-04-05T12:33:34.265-02:00Cosas que puedo ver en una paredHay una pared a cincuenta centímetros de mi nariz. Caminando bajo los añosos plátanos, rumbo al mercado de la calle Ministro Brin, en una mano la bolsita, en la otra el dinero. En la pared no hay dibujos, no hay cuadros, no hay manchas. ¿Quién es el que camina? Ese lugar no existe, es sólo un sueño. Pero estoy ahí, camino y miro los adoquines, los viejos portones, repito de memoria la lista de la compra. El griterío de los gorriones me sorprende, al entrar en la calle Olavarría : un corredor fresco en la tarde agobiante.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-88144057467300608172008-03-31T13:08:00.000-02:002008-03-31T13:10:51.957-02:00Dating errorY me equivoco otra vez, porfiadamente,<br />como sólo el que no quiere ver se equivoca.<br />Un error sobre otro,<br />como golpes en mi lastimada cabeza.<br />Un fracaso más.<br />Tal vez viajar, envenenarse, mirar profundamente.<br />Este árbol pudo haber vivido,<br />pero el frío, el frío, el frío.<br />Cuando la lluvia se reúne a parlotear en los patios,<br />y la semilla crece lentamente,<br />hace calor por todas partes,<br />y el amor saca las cinco frazadas<br />de su cama,<br />yo te busco en mis recuerdos,<br />te busco en la profundidad de tu cuerpo,<br />te busco una vez más,<br />una vez última, porfiadamente,<br />y me confundo,<br />como si un violín fuese un teorema,<br />o un gesto un circuito,<br />o la muerte una sospecha sin pruebas,<br />porfiadamente,<br />como el que no quiere ver que ya es tarde.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-79279582783158725632008-03-25T13:37:00.000-02:002008-03-25T13:41:30.181-02:00IndiosEl tropel de soldados bajaba al galope por la calle Hernandarias. Perseguían a un grupo de indios, que iba más adelante, como a media cuadra, en medio de una nube de polvo. Nosotros corríamos con ellos, a lo largo de la calle desierta, oyendo los gritos, el sonido metálico de las trompetas, el retumbar sordo y polvoriento de los cascos de los caballos. Todos habíamos bajado de la pantalla del cine, nos habíamos derramado como un río de sueños turbulentos por la calle Azara, después Olavarría, cruzando Patricios. Volvíamos a casa con ellos, galopando, oyendo el ruido seco de las carabinas, el corazón lleno de temblor, de miedo y de coraje.<br />Cuando llegábamos a la calle Brown el sueño se había disipado. Ni indios ni cow-boys, éramos otra vez nosotros : el Alfredito, el Pancho, el Negro, el Cacho, el Tomasito. Había mucho sol, todavía. Desde nuestra vereda, a la sombra de los grandes plátanos, mirábamos los negocios de enfrente : la farmacia Mastronardi, la lechería La Martona, la panadería El Nuevo Cañón. Buscábamos las bolitas, o las figuritas, una rara pelota de goma. Desde lo alto de una balcón, una mujer asomada, con las manos en la baranda nos llamaba : ¡Chicos! ¡A tomar la leche!un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-89464270707745222622008-03-22T13:05:00.004-02:002008-03-24T12:01:19.153-02:00Tu destino fue asíNaciste en el barrio de las tres esquinas,<br />y Dios estaba lejos, muy lejos.<br />Creciste entre ropa vieja y confusiones,<br />aprendiste a soñar y a tomar mate.<br />Y te tocó trabajar, si, como un burro,<br />como cualquiera.<br />Hiciste lo que hacen todos :<br />el amor, la casa, los hijos.<br />Gritaste en la calle, como cualquiera,<br />con un poco de miedo.<br />Un día el tiempo se detuvo :<br />estabas solo frente a la ventana.<br />Buscaste a aquel Dios lejano, tan lejano.<br />No había de qué agarrarse y empezaste a caer,<br />suavemente, como durmiéndote.<br />Debajo de la vigilia están los sueños,<br />pedazos de vida que flotan en un aire raro.<br />Más abajo no hay sueños,<br />pero estás dormido y podés despertar.<br />Más abajo todavía, no hay nada,<br />sólo el silencio.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-58289317942220343032008-03-15T12:24:00.001-02:002008-03-24T11:38:07.352-02:00OtroApenas me acomodé en la silla sentí ganas de ir al baño. Me contuve, durante un rato, mirando a los jueces por encima de mis anteojos. Eran tres : una mujer, en el medio, un hombre a su derecha y otro a su izquierda. Alguien empezó a leer a toda velocidad un gran fajo de papeles. El esfuerzo por contener las ganas de orinar me impedía seguir la lectura. Miré hacia la ventanita que estaba arriba de la cabeza del fiscal. Ya se hizo de noche, pensé. Qué pronto. Y este tipo que no para de hablar. Aunque no lo entiendo muy bien sé que habla de mi. ¿Es esto el final? ¿Qué va a pasar ahora? ¿Y después? Miré a la jueza. Me hizo acordar a alguien. ¿Lucita, Lucía, cómo se llamaba? La jueza me miró y yo desvié mi vista. La voz del que leía se iba haciendo áspera, cascada. ¿Por qué no toma agua?, pensé. Como si me hubiera oído, el tipo paró y tomó unos sorbos de un vaso que tenía al lado de los papeles. ¿Fué en la secundaria o más tarde? ¿En el viaje que hicimos a San Clemente como mochileros? Lucía me miraba sonriente con sus grandes ojos azules. Me tocaba el pecho. No, en realidad me subía el cierre de la campera. ¿Hacía frío? Había llovido y los micros no podía seguir por el camino de tierra. Estábamos todos allí, en la ciudad de Dolores, haciendo mate y esperando que el camino se secara. Lucita había bajado de otro micro, con unas amigas. Se acercaron a nosotros, muchachos solos, y empezaron a charlar. Ahora tengo ganas de fumar. Y este tipo que no termina nunca de leer. Miré a la jueza. Pero ella no tiene los ojos azules pensé. Lucía si, Lucita, tenía unos hermosos ojos claros. Me miraba sonriendo, esperando que yo le dijera algo. Pero no, no pude. En aquella época era muy tímido. Meto la mano izquierda en el bolsillo y toco el paquete de cigarrillos. ¿Cuántos quedarán? Quiero salir, pensé. El tipo sigue leyendo, cada vez más rápido. ¿Y si le hubiera hablado? ¿Si le hubiera dicho qué linda que sos, o dónde vivís, o cualquier cosa? ¿Y si hubieramos seguido charlando y mirándonos y volviendo juntos a Buenos Aires?<br />De pronto me sentí raro. No tuve más ganas de fumar, ni de ir al baño. La voz del tipo apenas se oía. Yo no estaría acá, pensé. Yo sería otro.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-51274462786765177642008-03-10T00:29:00.002-02:002008-03-24T11:38:53.056-02:00El ángelMi mejilla virtual está llena de besos.<br />Mi corazón virtual late como un bit,<br />en la penumbra de los registros magnéticos :<br />on-off, on-off, on-off.<br /><br />Salgo al balcón, pero esta noche no hay luna.<br />Las luces de la calle se encienden lentamente.<br />Un ángel voló sobre los techos de Buenos Aires.<br />Se detuvo un instante en lo alto de un edificio.<br />Contemplando el dolor de los hombres<br />cayó una lágrima desde su ojo izquierdo.<br /><br />Mi mejilla real está limpia y fría, como la noche.<br />Mi corazón real espera, en la penumbra,<br />el próximo vuelo del ángel.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-25488576681094670372008-03-04T17:05:00.007-02:002008-03-24T11:49:47.572-02:00Correo no esperadoRecibí un <strong>spam</strong> con el siguiente texto :<br /><br /><strong><span style="font-size:130%;">Hombre del 2000</span><br />Mi nombre es un número, un pedazo de película plástica<br />y cultivo flores en mi pequeño balcón.<br />No sabes que soy el hombre del año 2000?<br />Y mis hijos no me entienden lo más mínimo.<br />Aunque mi esposa aun me respeta, yo la maltrato.<br />Tengo un amor con una computadora fortuita.<br />No sabes que soy el hombre del año 2000?<br />Y mis hijos no me entienden lo más mínimo.<br />OH papi, siéntete orgulloso de tu planeta.<br />OH mama, siéntete orgullosa del sol.<br />OH papi, brilla aun tu cerebro<br />como cuando eras joven?<br />O te estrellas al ver las cosas<br />que has hecho?<br />OH, es una gran mentira!<br />Y ya sabes quien es el hombre del 2000<br />y tus hijos no te entenderán en lo más mínimo.<br /></strong><br />No, pensé, mi cerebro ya no brilla como antes, si es que alguna vez brilló. No, no me entienden. Y yo tampoco a ellos. Es hora de retirarse y dejarles el lugar.<br />Pensé : Qué rápido pasó todo.<br />.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-34458929337158767482008-02-29T16:19:00.002-02:002008-03-24T11:51:41.331-02:00Las noticiasMe senté a mirar televisión. Era la hora de las noticias. Había una mujer rubia, de ojos grandes y lindas manos, hablándome. Cambié de canal. Pero en el otro también había una mujer que me hablaba. Seguí cambiando, hasta que me convencí de que, en realidad, era siempre la misma. La mujer decía :<br />- En este canal le contamos todo lo que pasa. Y antes que en cualquier otro.<br />- No es cierto - dije yo -. Hay muchas cosas que pasan y que ustedes no cuentan.<br />- ¿Por ejemplo? - dijo ella.<br />- Por ejemplo yo - dije -. Yo estoy pasando y ustedes de eso no me cuentan nada.<br />- ¿Y qué es lo que usted hace? - dijo ella -. Si es algo importante o interesante le puedo mandar a alguien que lo entreviste, con una cámara.<br />- Yo no hago nada - dije -. Simplemente estoy pasando.<br />La chica me miró con sus grandes ojos. Estaba pensando algo, o tratando de recordar algo.<br />- Mire - dijo -. Hagamos una cosa. Déme su dirección y su teléfono y lo consulto con el gerente de programación.<br />- No, no, no - dije -. No se trata de eso. Ustedes me muestran el incendio que duró veinticuatro horas. O el choque de veinte autos en la autopista. Eso está muy bien. Me muestran los muertos, los heridos. Yo siento mucha lástima por esa gente. Pero ellos son otros. Yo quiero saber lo que me pasa a mi.<br />- ¿Probó con un psicoanalista? - dijo ella.<br />- Si, claro - dije yo -. ¿Y sabe como fué la cosa? Yo le contaba de mis incendios, de mis choques, de mis muertos y de mis heridos. Él me miraba y me escuchaba. Como yo estoy haciendo ahora con usted. A veces anotaba algo en una libretita.<br />- ¿Y le sirvió? - dijo ella.<br />- Si, bueno, si - dije -. Apagué el incendio, mandé el auto al chapista, enterré a los muertos y curé a los heridos.<br />- ¿Pero? - dijo ella.<br />- Pero sigo sin saber quién soy yo.<br />- Mire - dijo -. Ahora tengo que hacer un corte para los avisos. ¿Por qué no me mira en el noticiero de las cero horas? A lo mejor para ese momento le averiguo algo.<br />.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-63963489861065069432008-02-26T15:44:00.003-02:002008-03-24T11:52:09.179-02:00Los pares de opuestos<strong></strong><br /><strong>Nin fea nin fermosa<br />en el mundo que ves,<br />se puede alcanzar cosa<br />sinon con su revés.<br /><br />Rabi Sem Tob<br /></strong>Palencia, España,<br />Siglo XIV<br /><br /><br />La casa donde vivo tiene un balcón. Un día aparecieron unos gorriones. Yo les puse unos pedazos de pan. Vinieron más gorriones. Esto me gustaba mucho. Pero claro, así como comían, los pajaritos hacían sus necesidades en el balcón. Un día y otro, hasta que quedó hecho un chiquero. Como me daba pereza limpiar la caca, dejé de ponerles pan. Ahora tengo el balcón limpio. Pero los gorriones ya no vienen.<br />.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-4339431206010377832008-02-22T12:40:00.005-02:002008-03-24T11:52:39.607-02:00Estación Dock SudSalí desde la nada hacia tus calles,<br />abiertas como brazos.<br /><br />Y no miré la mugre<br />ni el dolor escrito en tus paredes.<br /><br />Todo era comienzo :<br />el horizonte del río desde el puente,<br />el cielo de la calle Manuel Estévez,<br />ferrocarriles, barriletes,<br />una mujer desnuda que toqué con miedo,<br />el hombre calvo que escuchaba a Brahms<br />en su casa inundada.<br /><br />Corrí por el potrero de carbonilla,<br />y visité a las tías viejas en su patio de parra.<br /><br />Después,<br />te fuiste como un tranvía sin luces,<br />después tu nombre se inundó de silencio.<br /><br />Golpe sobre golpe,<br />busqué razones entre tus glicinas,<br />miré hacia el fondo de tu calle más sucia :<br />solamente había barcos, barcos, barcos.<br /><br />-un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-43408501329579643532008-02-19T17:33:00.013-02:002008-03-24T11:53:08.805-02:00Averiguación de antecedentesUna mujer de cara oscura,<br />con manos de agua y de jabón,<br />enciende el fuego<br />al borde de una larga ausencia.<br /><br />Tiene brazos de estibador<br />y ojos de mirar el mar.<br /><br />El humo del carbón llena la casa,<br />el rostro es un nudo de silencio.<br /><br />La vida es un trabajo que no termina :<br />un sartén hirviendo, un taller textil,<br />la ropa sucia en un rincón,<br />un pedazo de tierra escardada.<br /><br />Pero ella mira el mar y sueña.<br /><br />De pronto algo se inicia, el mundo se parte,<br />y la mujer se pone en movimiento<br />con sus hijos al hombro.<br /><br />Después vendrán los barcos, las muertes,<br />el parto y la sangre repetidos.<br /><br />La vida es un trabajo que no termina :<br />una pieza en sombras, una calle inundada,<br />la lluvia del domingo sobre el paso a nivel.<br /><br />Pero ella mira el mar y sueña.<br /><br />De vez en cuando cae de su boca<br />una palabra cantarina.<br /><br />-un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-42659493827283064552008-02-15T14:13:00.002-02:002008-03-24T11:40:30.143-02:00El mantelLa yerba fresca no se hincha tanto, pensó Germán. Recordó el momento de elegir el paquete más barato, en el supermercado. Lógico, pensó, es yerba vieja y seca. Con el segundo chorro de agua el mate desbordaba por todos lados. Con sumo cuidado, volcó en el cenicero un poco de yerba, empujándola con la bombilla. Esta manía de Laura de poner manteles, pensó. Total, que apenas tenía una manchita había que sacarlo, lavarlo y poner otro. Un trabajo infinito e inútil. A partir de ahora vamos a tener que mirar bien los precios, pensó. ¿Cuánto durará la guita? ¿Seis meses? ¿Un año?<br /><br />- ¿Cómo están las cosas en el laburo? - gritó Laura desde la cocina, como si hubiera escuchado lo que estaba pensando. Rápidamente pensó : Plan A, no decir nada, "todo bien". Plan B, decir que las cosas estaban jodidas, pero que no se sabía qué iba a pasar. Plan C, contar todo, con todos los detalles, desde el principo al fin. Rápidamente, también, descartó el plan C. Ël sabía lo que pasaba cuando le contaba a Laura cosas de la oficina. Era como cuando caminaban juntos por la calle y ella se paraba a mirar una vidriera, olvidándose de todo lo demás. "Laura, vamos, que se hace tarde".<br /><br />- Vos a Berrozpe siempre le tuviste miedo. - dijo ella, apoyando la taza de café con leche y el plato con tostadas. - ¿Le hablaste, por fin?<br />Germán miró el mate, que otra vez se estaba desbordando. Vieja y seca, pensó. Lo inclinó sobre el cenicero, agarrando la bombilla con la otra mano. Pero esta vez manchó el mantel.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-884977525232646683.post-69112149781975012712008-02-13T13:08:00.002-02:002008-03-24T11:44:19.146-02:00En el semáforoMe agencié de un tacho de pintura vacío y del utensilio, cuyo nombre ignoro, que consta de un pedazo de esponja, una tira de goma y un mango. Hice una mezcla de agua y detergente y con todo eso me paré en El Triángulo, a la espera del momento en que se encienden las luces rojas.<br />Algunos se sorprendieron al verme : un hombre con el pelo más blanco que negro, la cara arrugada, que se mueve lentamente entre los autos. Los chicos, en particular, que hace rato que están haciendo eso en ese sitio, se cagaron de risa. Yo también siento que hay algo que no logro entender. Pero así son las cosas.un viejo tanguerohttp://www.blogger.com/profile/07092154467528125708noreply@blogger.com3