jueves, 18 de junio de 2009

A la sombra de Raúl Gonzalez Tuñón

Desde los adoquines sube un viejo tango
como vaga serpiente melodiosa
que va borrando de los ojos mucha bruma
acumulada en tantos lunes sin sonrisa.

Es el gemido del viento, del pasado,
la voz con que la infancia nos habla al corazón,
o la imagen furtiva de algún circo
en una tarde con lluvia y sin dinero.

Es la nostalgia.

El musgo negro de la noche se abre paso
entre los edificios.
Los faroles, muy pronto, pondrán un toque más triste
a la ciudad, a nuestra alma.

Pero del fondo de un bolsillo saco un vaso de vino,
un mapa escrito en sueco,
y un pedazo de tul cortado del vestido
de la muñeca más rubia y más pequeña
del antiguo negocio.

Hermanos : ahora me zambullo
en el breve mar rojo que quema la tristeza.
Y no hay más lluvia, ni circos trashumantes,
ni melancólicas flores
colgadas de los muros del olvido.

En mi mano derecha tengo a Brujas La Muerta,
y en la izquierda, cerca del corazón,
a Fragante París,
con un enorme y alegre cartel nocturno.
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