Hay una pared a cincuenta centímetros de mi nariz. Caminando bajo los añosos plátanos, rumbo al mercado de la calle Ministro Brin, en una mano la bolsita, en la otra el dinero. En la pared no hay dibujos, no hay cuadros, no hay manchas. ¿Quién es el que camina? Ese lugar no existe, es sólo un sueño. Pero estoy ahí, camino y miro los adoquines, los viejos portones, repito de memoria la lista de la compra. El griterío de los gorriones me sorprende, al entrar en la calle Olavarría : un corredor fresco en la tarde agobiante.
8 comentarios:
El salpicret estimula la imaginacion, y el griterio de los gorriones deja manchas inborrables en la pintura de tu auto....
¡Marieluchi¡ Tanto tiempo...
En esa época no tenía auto, era muy chiquito. Las manchas me quedaron en los guardabarros de la mente.
Besos.
lindo escrito. te seguiré mientras te dejo un besito
Bienvenidas sean todas las nuevas perspectivas sobre lo cotidiano.
un abrazo.
Mucha :
Gracias por tu visita, desde tan lejos.
Un día de éstos yo también te voy a visitar, para dejarte una palabra o una flor.
Besos.
Gracias, Ciclo.
Un abrazo.
Hay esos recuerdos de la infancia , que lindos!!!!!Un besote y el premio es MUY merecido , escribís muy bien!!
Un beso Tanguero :)
Ali :
Muchas gacias por el comentario y por el regalo.
Besos.
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