viernes, 22 de febrero de 2008

Estación Dock Sud

Salí desde la nada hacia tus calles,
abiertas como brazos.

Y no miré la mugre
ni el dolor escrito en tus paredes.

Todo era comienzo :
el horizonte del río desde el puente,
el cielo de la calle Manuel Estévez,
ferrocarriles, barriletes,
una mujer desnuda que toqué con miedo,
el hombre calvo que escuchaba a Brahms
en su casa inundada.

Corrí por el potrero de carbonilla,
y visité a las tías viejas en su patio de parra.

Después,
te fuiste como un tranvía sin luces,
después tu nombre se inundó de silencio.

Golpe sobre golpe,
busqué razones entre tus glicinas,
miré hacia el fondo de tu calle más sucia :
solamente había barcos, barcos, barcos.

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3 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
antiprímula dijo...

ay! ¿lo que le dejaron los dinos contagia?

Sobre el post: Lindo texto. Y si hay tanto barrilete, tranvía, ferrocarril, barco es que tenía muchas ganas de piantarse. Allá ella, aunque duela, mejor que siga su camino ¿no?. Qué más desencantador que alguien que tiene ganas de irse de al lado nuestro.
Saludos.

Anónimo dijo...

Parece que sí, que contagia. Lo voy a borrar.

Gracias Prímula, por tu comentario.

Besos.